La expo.

Otra vez con la expo. Que pesados. ¡Que no quiero ver los pabellones! ¿Entienden? Qué me dejen, me agobian, que cansino resulta el ferial sólo de mirar el plano. Tanto audiovisual, son tan o más pesados que los powerpoints que te envían cada día por e-mail. Total ¿Qué sentido tiene todo este pesebre en el siglo XXI? Pues la que han armado los chinos en Shanghai, que de medios, que despliegue, que gasto absurdo. En plena globalización… Si ya todo es made in China ¿Para qué entonces tanta expo? ¿Se atreve algún país a presentar un pabellón de 40 metros cuadrados sin luz natural ni ventilación con 100 chinos dentro trabajando con sus máquinas de coser?

Y otra vez la mascota de turno, que feas son todas.

Ser mascota es lo peor ¿Quién quiere ser mascota? Nadie ¿Quién se acuerda de Curro? Pues los cuarentones y los modernos guays para llevarlo estampado en las camisetas de guays. Y qué pena el pabellón español… Es horroroso. De Benedetta Tagliabue la canastera, que detrás de tanta sonrisa, vestidos patchwork y collarines sólo hay pose nena, más arquitectura y menos pose, jacona. Encima participa Bigas Luna ¡¡¡Qué pereza!!! Sólo falta que salga otra vez con el jamón, la tortilla de patata y el ajo… que sí, hombre que sí, la trilo ibérica, que pesadito con el monotema. Pero para rematar la mamarrachada… el colofón lo pone la cojito (Isabel Coixet aggg, ugggg, eggg… soy rara, soy moderna, no intentes comprenderme) con un bebé gigante que responde por Miguelín… para emocionar al visitante, dice ella, con sus nuevas gafaplastas de azafata del Un, dos, tres… Pues son cero respuestas acertadas, bombi.